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Uso de pantallas en la infancia: concienciar del riesgo y potenciar la formación sanitaria, bases del posicionamiento
MADRID. Un nuevo documento de posicionamiento español, sobre el uso de pantallas y su relación con la salud de la infancia y adolescencia, incide en la escasa concienciación del peligro de su mal uso y abuso, e insta a una mayor implicación de los gobiernos, así como a potenciar la formación para que el personal sanitario prevenga y afronte este problema creciente con garantías.[1]
El documento, publicado por el Comité Científico sobre Promoción de la Salud y Derechos de la Infancia y Adolescencia, del Ilustre Colegio Oficial de Médicos de Madrid, junto con la Comisión de Deontología Médica, aborda el impacto del uso de pantallas, avalado por 12 años de evidencia científica. Subraya la importancia de generar conciencia en la sociedad, especialmente entre familias, educadores y sanitarios, sobre las peligrosas consecuencias que puede ocasionar el uso abusivo y problemático de internet en la infancia.
Los expertos advierten que los menores están en riesgo si los adultos no toman medidas para regular el tiempo de uso de las tecnologías y ejercer un control parental efectivo que evite el acceso a contenidos peligrosos y otras problemáticas. Además, el documento subraya que la educación responsable es fundamental para transmitir a los menores los valores de un uso adecuado de las tecnologías de la información y comunicación.
El sobreuso de las pantallas recreativas se cataloga como un verdadero problema de salud pública, según recoge el documento. Hay que tener presente que la población infanto-juvenil no es consciente de los riesgos asociados que conlleva la cantidad de tiempo que pasan en redes sociales, la aceptación de solicitudes de amistad de gente que no conocen o creer que se exageran los riesgos que suponen estas redes, lo que incrementa notablemente su vulnerabilidad.
Impacto directo en la salud infantil
Entre las preocupaciones que más resaltan las y los profesionales se encuentran las consecuencias de la sobreutilización y la posible adicción; la reducción del tiempo dedicado a otras actividades, incluidas las interacciones personales; el impacto en aspectos fundamentales como el ejercicio físico y el sueño, lo que puede conducir al sedentarismo, riesgo de obesidad o excesiva somnolencia diurna.
El Dr. José Manuel Moreno, miembro del comité científico y uno de los autores del documento, comentó para Medscape en español: “Uno de los aspectos que más preocupa del abuso o mal uso de las pantallas es el impacto que tiene sobre la salud mental”. En este sentido, hay que diferenciar entre niños pequeños en pleno desarrollo psicomotor y adolescentes. Cada vez hay más artículos sobre los niños pequeños “en quienes induce un retraso en la maduración de las actividades intelectuales, capacidad de concentración, de lectura, expresión verbal, entre otras; la evidencia es menor en este grupo de niños, pero se está estudiando más en la actualidad”.
En niñas y niños mayores, “se ponen de manifiesto patologías que están más o menos larvadas y el uso indebido de las pantallas las exacerba”. Esto ocasiona que las infancias que son más retraídas, con síntomas depresivos, tiendan a aislarse; “en adolescentes que no tienen una gran satisfacción con su propio cuerpo y su imagen hay incluso casos de trastornos de la conducta alimentaria por exposición a un mundo ideal de la imagen”.
Por otro lado, el asunto de la salud mental tiene que ver más con el acoso, la agresión, etcétera, “donde [la infancia] es más vulnerable al tener una repercusión legal, social o jurídica”, explicó el Dr. Moreno.
Nuevas formas de acoso y suicidios
El uso abusivo de internet se ha relacionado, según recoge el documento, con determinados problemas de salud en la esfera psiquiátrica, como trastornos del déficit de atención, hostilidad o depresión.[2] La baja autoestima y la impulsividad cognitiva y no planeada predicen con mayor probabilidad el uso desadaptativo de internet.
También se aborda la importancia de controlar el acceso a contenidos peligrosos, como la pornografía, o lo fácil que es encontrar información sobre el suicidio, así como las nuevas manifestaciones que tiene el acoso: ciberacoso (ciberbullying), grooming (ciberengaño pederasta), ciberviolencia de género o sexteo (sexting), entre otros.
Además, se deben considerar las nuevas vías para los problemas conductuales, como las apuestas o la adicción al sexo, y el impacto con las comorbilidades psiquiátricas y psicológicas, incluyendo la influencia de las redes sociales en el desarrollo de trastornos de la conducta alimentaria. Las redes sociales son muy heterogéneas, pero Facebook e Instagram son las más relacionadas con la anorexia nerviosa y la bulimia.
La más reciente aparición de TikTok y de la inteligencia artificial supone que nos enfrentamos y enfrentaremos a nuevas formas de acceso, que también requieren de una formación y conocimiento específico.
Llamamiento a no permanecer pasivos
Ante la clara evidencia científica que respalda la gravedad de esta situación tanto a nivel nacional como internacional, el comité hace un llamamiento a no permanecer pasivos ante un problema que va en aumento. Es crucial actuar de manera decidida y coordinada para proteger la salud y el bienestar de las futuras generaciones en un mundo cada vez más digital.
Para abordar esta problemática, proponen una serie de recomendaciones, entre las que, a grandes rasgos, se encuentran:
- Alertar a los responsables gubernamentales y a las instituciones sobre el problema.
- Incrementar la formación de las y los profesionales sanitarios.
- Realizar campañas informativas.
- Trabajar directamente con las y los jóvenes para educarlos en el uso responsable de estas tecnologías.
- Tomentar que sanitarios y educadores trabajen de manera más directa.
El Dr. Moreno incidió en que es una preocupación de toda la sociedad de la que también formamos parte las y los médicos, ya que es probable que tengamos un poco más de preocupación y de información que la población media. “Algunas especialidades un poco más todavía, como los pediatras, pues sus sociedades científicas (Asociación Española de Pediatría, Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria) tienen herramientas puestas a disposición de sus asociados que les permiten primero detectar, orientar y, en el caso de que haya verdaderamente patología, abordarla terapéuticamente”.
Por otra parte, el médico de familia tiene también una preocupación intermedia respecto a este tema; la adolescencia está a caballo de dos especialidades, el pediatra abandona al chico en esas edades y el de familia lo coge con otros problemas de familia, enfermedades infecciosas u otros trastornos, “es difícil que acudan al médico, por lo que quedan casi en tierra de nadie, con muy poco espacio para la prevención de estos trastornos ligados al abuso de pantallas”, puntualizó el pediatra.
Hay que saber que el menor de edad está expuesto al riesgo si los adultos no ponemos freno a su consumo, regulando tiempos de uso, ejerciendo el control parental para evitar acceso a páginas peligrosas y problemáticas, entre otros objetivos necesarios.
Alertar a los gobiernos y formación
Hay que alertar a los altos responsables, gobiernos, instituciones sobre este problema, trabajando desde arriba con normativas que propicien una sociedad más amable, con posibilidades y espacios para un ocio responsable y saludable, accesible para nuestros niños y jóvenes.
Respecto al personal sanitario, es preciso incrementar la formación y dotar de instrumentos para la atención adecuada de las y los pacientes y sus familias, tanto para la orientación en el uso de las nuevas tecnologías como para la detección y abordaje de los problemas que puedan presentarse.
Las y los pediatras deben formarse para reconocer de forma precoz la aparición de síntomas sugerentes de ciberacoso y participar activamente en la prevención primaria de esta situación.[3]
Consejos sanitarios preventivos
En cuanto a las ayudas desarrolladas por profesionales, tanto desde el punto de vista de la psiquiatría como de la pediatría, “no solo han elaborado documentos, sino herramientas, por ejemplo un plan digital familiar de la Asociación Española de Pediatría, que tiene dos secciones, una para familias y otra para profesionales, donde recoge material más o menos extenso, infografías y documentos para detectar y orientar: “Sobre todo desde un punto de vista práctico, qué consejos podemos ofrecer las y los pediatras o médicos de familia, para que los padres estén atentos o para corregir alguna situación donde se aprecia que el uso de los dispositivos está más allá de lo que sería deseable”, recalcó el Dr. Moreno.
Además, se deben promover campañas informativas para divulgar recursos que ya existen sobre la prevención y el enfoque de adicciones, etc., para todo profesional que traten con niños y jóvenes, tanto en el ámbito sanitario como en el educativo.
El Dr. Moreno opinó que “la legislación vigente está muy encaminada a los aspectos más extremos, como proteger al menor de la violencia o de la exposición a ser objeto de acoso, sexting o ciberbullying. Además, de estar enfocada en el castigo, por ejemplo, de la difusión de pornografía; incide en que cuando sucede, es un delito, pero no tiene tanto espacio para los aspectos preventivos, probablemente porque la ley no sea el marco donde establecer la prevención”. Es más importante “que englobe campañas de información y divulgación para profesionales y familiares desde un punto de vista positivo que la ley no recoge”.
La eficacia de legislar en positivo
Al analizar las legislaciones estatal y autonómica, van mucho más por la protección de datos o frente a la violencia del menor y el cuidado de la imagen. “Creo que hay terreno para trabajar, no sé si claramente eso implica legislar. También hemos visto que legislar desde el punto de vista punitivo no arregla muchos problemas”; puede servir para otras áreas, como el consumo de alimentos procesados con bajo interés nutricional, que se castigue con más impuestos, “pero en este tema, debería ser prioritario qué podemos hacer para concienciar a las familias”. Ya se ha hecho en el ámbito escolar, obligando a limitar el uso de dispositivos dentro de la escuela para no generar esa dependencia de la tecnología.
Finalmente, el documento contempla la implicación del ámbito sanitario (médicos y personal de enfermería) desde una mayor relación directa con la educación, una relación a tres: nosotros con las familias y los niños, el colegio con las familias y los niños, y nosotros y los colegios.
Fuente: https://espanol.medscape.com/verarticulo/5912994#vp_1