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Los nuevos avances en la llamada paradoja de los edulcorantes sin azúcar han puesto aún más en duda si los edulcorantes artificiales representan una forma saludable de reducir calorías o una opción potencialmente peligrosa. En estudios recientes se han explorado las conexiones entre diversas alternativas al azúcar y los riesgos para la salud cardiovascular y la ansiedad, entre otras inquietudes.
Tal vez lo más notable sea un estudio reciente que consta de varias partes en el que se encontró que una opción concreta provocaba un aumento del riesgo de padecer afecciones cardiacas importantes a tres años. El estudio constó de tres partes principales. En primer lugar, en 1.157 pacientes en los que se realizó una evaluación cardiaca, los investigadores descubrieron que los niveles elevados de eritritol se asociaban a mayores riesgos. Estos hallazgos se reprodujeron luego en dos grandes poblaciones de dos regiones diferentes (ver infografía).
Los investigadores también descubrieron que añadir eritritol a la sangre total o a las plaquetas provocaba la activación de la coagulación. Por otra parte, también observaron que la ingesta de 30 g de una bebida endulzada con eritritol (equivalente a una lata de bebida o unos 470 ml de helado cetogénico) inducía aumentos marcados y sostenidos (> 2 días) de los niveles de eritritol plasmático en ocho voluntarios sanos. La cuestión sigue siendo controvertida porque algunos expertos señalan que el eritritol puede producirse en el interior del cuerpo humano y que su ingesta en la dieta de la mayoría de las personas suele ser baja. Sin embargo, el autor principal, Dr. Stanley L. Hazen, Ph. D., señala que los datos de la Encuesta Nacional de Examen de Salud y Nutrición de 2013-2014 de Estados Unidos muestran que la ingesta diaria estimada de eritritol alcanza los 30 g/día en algunos individuos.
No es la primera vez que se relaciona un edulcorante artificial con las enfermedades cardiovasculares. Un estudio prospectivo a gran escala de adultos franceses publicado el pasado mes de septiembre reveló que la ingesta total de edulcorantes artificiales proveniente de todas las fuentes se asociaba a un mayor riesgo general de enfermedad cardiovascular y cerebrovascular. El estudio incluyó a 103.388 adultos franceses de la cohorte NutriNet-Sante, de los cuales, 37,1% declararon consumir edulcorantes artificiales. Los sustitutos del azúcar evaluados fueron principalmente el aspartame (58% de la ingesta de edulcorantes), el acesulfamo potásico (29%) y la sucralosa (10%).
Durante un promedio de 9 años de seguimiento, la ingesta de edulcorantes artificiales se asoció con un aumento de 9% en el riesgo de sufrir eventos cardiovasculares o cerebrovasculares. Estos consistieron en infarto de miocardio, síndrome coronario agudo, angioplastia, angina de pecho, ictus o ataque isquémico transitorio, con un hazard ratio de 1,09 (intervalo de confianza de 95% [IC 95%]: 1,01 a 1,18; p = 0,03). La ingesta promedio fue de 42,46 mg/día entre los consumidores, lo que corresponde aproximadamente a un sobre de edulcorante de mesa o 100 ml de refresco dietético. La tasa de incidencia absoluta de eventos cardiovasculares o cerebrovasculares en las personas que más consumían fue de 346 por 100.000 años-persona frente a 314 por 100.000 años-persona en los no consumidores. La ingesta de aspartame se asoció especialmente con un mayor riesgo de eventos cerebrovasculares, mientras que el acesulfamo potásico y la sucralosa se asociaron con un mayor riesgo de cardiopatía coronaria.