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Profilaxis con yodo en caso de radiactividad: estas son las verdaderas indicaciones
La invasión rusa de Ucrania y las amenazas de Vladimir Putin de llevar el sistema de control de armas nucleares al máximo nivel de alerta han desencadenado una ola de ansiedad en toda Europa, especialmente en Europa central.
Sin embargo en otros países como Italia, también se ha producido una gran alarma, según la Federazione Nazionale dei Titolari di Farmacia Italiani (Federfarma), que ha notado una avalancha de compras de comprimidos y suplementos de yoduro de potasio.
La tensión es aún mayor en Europa central. “En los últimos seis días, las farmacias búlgaras han vendido tanto yodo como en todo un año”, declaró Nikolay Kostov, presidente de la Unión de Farmacias de Bulgaria. “Algunas farmacias ya se han quedado sin existencias. Hemos pedido más unidades, pero me temo que no durarán mucho”.
En Polonia, el número de farmacias que venden yodo se ha duplicado con creces, según gdziepolek.pl, sitio web polaco que ayuda a los pacientes a encontrar la farmacia más cercana.
Francia y Alemania también informan de compras anómalas: además del yodo algunos ciudadanos piden levotiroxina sódica, una hormona tiroidea que puede bloquear la función de la glándula para reducir la exposición a la radiación, pero solo después de varias semanas, por lo que no es útil, y nunca se ha administrado como profilaxis, en caso de radiación.
“Es una locura”, declaró a Reuters Miroslava Stenkova, representante de la cadena de farmacias Dr. Max en la República Checa, donde algunas tiendas se han quedado sin yodo tras el aumento de la demanda.
Dana Drabova, jefa de la Oficina Estatal de Seguridad Nuclear de la República Checa, escribió en Twitter: “Piden muchas pastillas de yodo… como protección contra la radiación cuando (Dios no lo quiera) se utilicen armas nucleares, a pesar de que no es un tratamiento útil”.
Sin embargo, el uso de armas nucleares no es la principal razón de los temores de los ciudadanos europeos. La noticia de la semana pasada de que las fuerzas rusas se han hecho con el control de la central nuclear de Chernóbil ha reavivado los temores, que aumentaron tras la noticia del 9 de marzo de que el personal de la central, tomada por los soldados rusos, ya no contesta a las llamadas. Si no se supervisa la maquinaria, advierten las autoridades ucranianas, podría haber fugas de radiactividad en las próximas 48 horas.
“Aunque es preocupante, el deterioro observado en las últimas 24 horas en las inmediaciones de los emplazamientos nucleares de Ucrania no requiere ninguna medida preventiva en el territorio nacional”, declararon las autoridades sanitarias francesas. “La situación se está siguiendo de cerca. La adquisición e ingesta de yodo como medida de precaución, sin una recomendación de las autoridades, no es necesaria”.
En caso de emergencia, el Estado francés tiene previsto distribuir pastillas a la población a partir de las existencias de los distribuidores mayoristas.
Indicaciones médicas
El yodo radiactivo puede unirse a la glándula tiroides y aumentar el riesgo de cáncer. Por lo tanto, la ingesta de yodo permite que la glándula tiroides se sature y limita la fijación del yodo radiactivo, que luego se eliminará, especialmente a través de la orina. La máxima eficacia en términos de prevención se observa a las 6 a 12 horas de la exposición a la radiactividad. Más allá de las 24 horas, los efectos secundarios (tiroideos y cardiacos) superan los beneficios esperados.
El Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) estima que un comprimido, ingerido o disuelto en un vaso de agua, es suficiente para proteger eficazmente a un adolescente o a un adulto durante dos días. Cabe señalar que la toma de comprimidos de yodo no protege contra otros elementos radiactivos (como cesio-134 o cesio-137).
Para aclarar todos los aspectos clínicos de esta herramienta preventiva, la Società Italiana di Medicina Generale (SIMG) publicó el 9 de marzo una guía para el uso del yodo: “Tras el accidente de Chernóbil en 1986, se multiplicó por 100 la incidencia del cáncer de tiroides infantil, siendo el isótopo radiactivo del yodo (I-131) la causa demostrada. La mayor incidencia se observó hasta 500 km de distancia del lugar del accidente. El riesgo de cáncer varía según las dosis de radiación absorbida y la edad de la persona, que es mayor en los niños que en los adultos”.
El yodo radiactivo puede absorberse por inhalación o por ingestión de alimentos contaminados. La inhalación de yodo radiactivo comienza cuando la nube radiactiva llega a la zona y se mantiene hasta que desaparece la nube. Los isótopos radiactivos se depositan en el suelo, en la ropa y en la piel. La acumulación selectiva de yodo radiactivo en la glándula tiroides provoca una exposición radiactiva interna y, por tanto, un mayor riesgo de cáncer y de nódulos benignos. Estos riesgos pueden reducirse en parte o prevenirse con medidas profilácticas.
El riesgo de carcinoma de tiroides por el yodo radiactivo depende en gran medida de la edad en el momento de la exposición. “La mayor atención a las personas de hasta 18 años, a las mujeres embarazadas y a las que están en periodo de lactancia se justifica por las pruebas que establecen una mayor susceptibilidad de los lactantes, los niños y los adolescentes a los efectos inducidos por la radiación en la glándula tiroides y, en general, por la evidencia de una clara dependencia del riesgo relativo de aparición del carcinoma de tiroides con respecto a la edad en el momento de la exposición a la radiación. En particular, los estudios indican que este riesgo se reduce en gran medida más allá de los 15 a 20 años de edad y tiende a eliminarse más allá de los 40 años de edad en la exposición”.
Incluso en el embarazo existe una mayor susceptibilidad de la glándula tiroides, que está sometida a una intensa estimulación funcional especialmente en el primer trimestre: la fracción de yodo radiactivo que absorbe la tiroides en estas condiciones es mayor en comparación con el resto de la población adulta. En el segundo y tercer trimestre del embarazo también hay que tener en cuenta que la tiroides del feto ya está funcionando y que el yodo radiactivo puede atravesar la barrera placentaria y ser captado activamente. Además, puede excretarse en la leche materna.
Posologías y formulaciones
“El yodo puede tomarse en forma de pastillas o líquido y necesita ser protegido del aire, el calor, la luz y la humedad. Puede administrarse como yoduro de potasio o como yodato de potasio, siendo este último menos tolerado a nivel gastrointestinal”, explicaron los expertos.
Para una supresión adecuada, solo si el riesgo de captación de I-131 supera los umbrales normales para la población, la dosis recomendada, siguiendo las directrices de la Organización Mundial de la Salud (OMS), es de 100 mg de yodo como dosis única en adultos. Dado que la duración del bloqueo funcional del tiroides tras una única administración es de 24 a 48 horas, solo en caso de una liberación prolongada de radiación podría considerarse la posibilidad de repetir las administraciones.
Los suplementos disponibles en el mercado contienen cantidades muy bajas de yodo, entre 50 y 225 μg, lo que es demasiado poco para inducir la yodoprofilaxis a una dosis supresora. “Por lo tanto, apresurarse ahora a comprar suplementos de yodo no es racional. En caso de accidente nuclear, existem [planes nacionales, por ejemplo, en Italia] un Plan Nacional de Medidas de Protección contra Emergencias Radiológicas se encargaría de suministrar estos medicamentos a la población en función de los niveles estimados de captación de I-131 en las 48 horas siguientes al evento”, explicó un investigador de la Sociedad Italiana de Medicina General.
Por lo tanto, si se produjera un evento de este tipo, serían las instituciones las que organizarían la dosificación supresiva.
La incidencia de los efectos secundarios aumenta con las dosis repetidas y, en cualquier caso, se desconoce en gran medida. Sin embargo, la experiencia de Polonia, donde se administró yoduro de potasio como dosis única a 10 millones de niños tras el accidente de Chernóbil, mostró una incidencia de efectos secundarios graves inferior a 1 de cada 10 millones de niños y 1 de cada millón de adultos. Los más frecuentes son la diarrea, las erupciones cutáneas, el dolor abdominal, las reacciones alérgicas y la alteración de la función de las glándulas (hiper e hipotiroidismo) en el periodo inmediatamente posterior a la ingesta.
“Dada la distancia de más de 1.000 km del frente de guerra ucraniano (más del doble del radio en el que se produjo un aumento de la incidencia del cáncer de tiroides tras el accidente de Chernóbil), el riesgo de exposición al yodo radiactivo es remoto. Y aún habría tiempo suficiente para aplicar la profilaxis en aquellos sujetos en los que fuera necesario”, conluyeron los investigadores de la Sociedad Italiana de Medicina General.
Créditos: Comité científico Covid