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En adolescentes y adultos la tosferina “no es una enfermedad benigna”, asegura especialista
BUENOS AIRES, ARG. Aunque los grupos más vulnerables son los lactantes menores de 6 meses y los niños no vacunados, la tosferina o infección por Bordetella pertussis también puede causar complicaciones graves en adolescentes y adultos, pese a que la mayoría de los casos no es reconocida o diagnosticada, alertó una panelista en el XIX Congreso Latinoamericano de Infectología Pediátrica (SLIPE 2021) que tuvo lugar de manera virtual entre el 13 y 15 de octubre del 2021.
La tosferina, también conocida como coqueluche o tos convulsa, “no es una afección benigna en ninguna edad”, señaló la Dra. Tina Q. Tan, pediatra especialista en enfermedades infecciosas del Ann & Robert H. Lurie Children’s Hospital of Chicago y profesora de pediatría de la Northwestern University Feinberg School of Medicine, ambos en Chicago, Estados Unidos.
“Los principales síntomas que se observan en adolescentes y adultos son una tos persistente y grave en la que una persona tiene problemas para recuperar el aliento al toser, vómito posterior a la tos, fatiga grave después de los episodios de tos, secreción nasal, dolor en las costillas e incapacidad para dormir por la noche debido a la tos. Ocasionalmente la persona también puede tener fiebre baja”, comentó la Dra. Tan a Medscape en español.
La especialista, quien integra el foro de expertos de la Global Pertussis Initiative (GPI), señaló que la proporción de casos de tosferina en mayores de 10 años en Estados Unidos creció de 15% a fines de la década de 1970 a casi 50% a comienzos de este siglo y probablemente esté cerca de 60% ahora. El aumento de la incidencia en adolescentes y adultos se ve en todo el mundo, incluyendo los países de Latinoamérica.
De acuerdo con los especialistas, no solo es importante reconocer la enfermedad en adolescentes y adultos porque pueden transmitir el patógeno a recién nacidos y niños no vacunados o vacunados de forma incompleta, sino también porque afecta la calidad de vida y puede tener consecuencias graves en los propios pacientes si no se la trata de manera oportuna. La Dra. Tan mencionó que la infección puede causar complicaciones graves en 18% de los adolescentes y 28% de los adultos, desde neumotórax, hernia inguinal, pérdida de la audición y fractura de costillas hasta crisis convulsivas, disección de la arteria carótida, neumonía, encefalopatía y fallecimientos.
Sin embargo, a menudo la infección en esos segmentos etarios es infradiagnosticada y suele obviarse o confundirse con otras patologías. En 2015 médicos españoles reportaron el caso de una mujer de 40 años con tos persistente, con episodios de tos paroxística que aumentaron en frecuencia hasta hacerse diarios, de predominio nocturno, que fue diagnosticada con asma y tratada durante varias semanas de manera infructuosa con corticoesteroides inhalados y sistémicos.[1]
“Uno de los principales problemas es que muchos médicos que atienden a adolescentes y adultos sienten que la tosferina es una enfermedad que solo ocurre en bebés y niños, por lo que no piensan en ella como una patología que podría estar afectando a sus pacientes que presentan los síntomas mencionados. Además, una percepción errónea común que continúa perpetuándose entre estos médicos es que creen que una vez que una persona vacunada de bebé (contra tosferina) tiene protección de por vida. Esto definitivamente no es cierto y es la razón por la que se recomiendan refuerzos de la vacunación a lo largo de la vida para mantener la protección en todas las edades”, enfatizó la Dra. Tan.
Cuando médicos griegos reportaron en 2017 el caso de otra mujer de 40 años con una reinfección de Bordetella pertussis después de 30 años, recordaron que la protección inmunológica después de la vacunación empieza a disminuir en 3 a 5 años y prácticamente desaparece al cabo de 12 años. “La tosferina no es solo una enfermedad de la infancia, sino que también debe sospecharse en adultos, que presentan tos crónica, aunque tengan antecedentes de infección natural o vacunación”.[2]
Razones del subdiagnóstico
Al subdiagnóstico también contribuye que muchos adolescentes y adultos son asintomáticos o presentan síntomas más leves que los niños; que los cultivos bacterianos no son tan sensibles como la reacción en cadena de la polimerasa para el diagnóstico en ese rango de edad, que la definición de caso varía entre países y que algunas comorbilidades que aumentan el riesgo, como enfermedad pulmonar obstructiva crónica y asma, hacen que los síntomas de tosferina sean más difíciles de detectar, según los autores de una reciente revisión sistemática de la epidemiología de tosferina en adolescentes y adultos en países seleccionados de Latinoamérica que constató que representan hasta 66,7% de todos los casos.[3]
“Si un proveedor de atención médica no contempla que tosferina puede ser la causa de una tos grave, no hará el diagnóstico. Esto permite que la persona con tosferina la transmita a otros en la comunidad, especialmente a los bebés, que pueden ser demasiado pequeños para ser vacunados o que no han completado su serie primaria de vacunación, que corren el mayor riesgo de enfermedad grave, hospitalización y deceso”, indicó la Dra. Tan a Medscape en español.
El aumento de tosferina en adolescentes y adultos “no es igual en todos los países, pero no hacemos una vigilancia en esa población y ellos van a ser fuente de infección de los más pequeños y vulnerables. Se necesitan más estudios”, comentó otra panelista de la sesión de SLIPE2021, la bioquímica Daniela Hozbor, Ph. D., del Laboratorio Vacunas y Salud del Instituto de Biotecnología y Biología Molecular (IBBM), que depende del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas y de la Universidad Nacional de La Plata, en La Plata, Argentina.
“Cuando no había vacunas muchos niños morían o quedaban con secuelas por la infección por Bordetella pertussis. Lo que cambió el paradigma fue la vacuna, que tiene una eficacia alta, aunque la pierde con el tiempo y por eso hay que dar refuerzos periódicos. El problema es que hay mucha conciencia de las vacunas en población pediátrica y no se presta tanta atención a los adultos”, señaló a Medscape en español la Dra. Griselda Berberian, infectóloga pediatra del Hospital de Pediatría Dr. Juan P. Garrahan, en Buenos Aires.
La Dra. Tan señaló que hay que asegurar que los bebés y los niños reciban su esquema primario de vacunas contra la tosferina y las respectivas dosis de refuerzo, lo que luego se expandiría a la población adolescente y adulta. La mayoría de los calendarios de los países de Latinoamérica incluye el componente contra Bordetella pertussis en vacunas aplicadas a los 2, 4 y 6 meses, con refuerzos a los 18 meses, a los 4 o 6 años y otro a los 10 o 13 años en el caso de Panamá, Argentina, Chile, Paraguay y Uruguay, aunque con la pandemia de COVID-19 se han registrado caídas en las coberturas.[4]
Asimismo, la Dra. Tan destacó que el enfoque complementario más costo-efectivo es vacunar a las mujeres embarazadas (en cada gestación), lo que brindaría protección a los bebés más pequeños que corren el mayor riesgo de enfermedad grave y muerte hasta que tengan la edad suficiente para comenzar su serie de vacunas. Actualmente autoridades de salud de más de 55 países recomiendan esa política a partir de la semana 20 o en el tercer trimestre, aunque el cumplimiento es desigual y solo un puñado de países de altos ingresos inmunizan a más de 60% de sus embarazadas.[5]
Otra estrategia para proteger de manera indirecta a los bebés más vulnerables es la llamada “estrategia de capullo”, que consiste en la inmunización selectiva de las nuevas madres, la familia y los contactos cercanos de los recién nacidos, como niñeras.
Se pueden usar vacunas de células enteras o las acelulares, más modernas, “que producen mejor respuesta inmune con menor carga de antígenos y tienen menos efectos adversos locales”, comentó la Dra. Berberian. Según un documento de posición de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de 2015, “en vista de que las reacciones locales tienden a aumentar con la edad y con el número de inyecciones, las vacunas que contienen células enteras no se recomiendan de ordinario para los niños ≥ 7 años, los adolescentes ni los adultos”.[6]
Países como Australia, Canadá, Estados Unidos, Alemania y Francia ofrecen refuerzos periódicos a adolescentes y adultos de la vacuna acelular combinada con toxoide tetánico y toxoide diftérico. Y también hay muchos países que proponen la inmunización del personal sanitario.
Medscape en español cuestionó a la Dra. Tan si alentaría la vacunación a lo largo de la vida, incluso en países de medios y bajos ingresos, a lo que la especialista respondió: “Absolutamente. Es la única manera de proteger individuos contra tosferina a todas las edades”.
La Dra. Tan declaró haber recibido subsidios para investigación de Pfizer, GSK y Sanofi Pasteur. Y que tiene relación con los consejos de seguridad de monitoreo de datos de Pfizer, MSD y ILIAD Biotechnologies. La Dra. Berberian ha declarado no tener ningún conflicto de interés económico pertinente.
Créditos: Comité científico Covid