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Incluso un curso de COVID-19 leve deja huellas en los órganos
Desde mediados de 2020, 443 personas de entre 45 y 74 años que habían sobrevivido a la infección por SARS-CoV-2 con síntomas más leves fueron examinadas en detalle en el Centro de Estudios Epidemiológicos del Centro Médico Universitario de Hamburgo-Eppendorf como parte del Estudio de Salud de la Ciudad de Hamburgo (HCHS). Sus datos se compararon con los de los participantes en el estudio HCHS que no habían presentado COVID-19. Los resultados del estudio se publicaron en European Heart Journal.[1]
Población del estudio: personas con un curso leve a moderadamente grave
Los participantes en el estudio informaron de que no presentaron síntomas, o que eran leves o, cuando mucho, moderados, en el momento de la infección por el SARS-CoV-2. Por lo tanto, la gran mayoría de ellos (93%) fueron tratados exclusivamente como pacientes ambulatorios y ninguno requirió cuidados intensivos en esquema de hospitalización.
En el estudio se examinó el sistema cardiovascular y vascular, los pulmones, los riñones y el cerebro para determinar su función, estructura y posibles daños consecuentes en una media de diez meses después de la infección por el SARS-CoV-2. La calidad de vida se evaluó mediante cuestionarios. A modo de comparación, se seleccionaron 1.328 participantes de edad, sexo y nivel educativo similares del conjunto de datos del HCHS antes del inicio de la pandemia.
Impacto pulmonar, cardiaco, renal y en venas de las piernas
En comparación directa con la población normal, las personas sometidas a la prueba mostraron signos de daño orgánico a medio plazo tras sobrevivir a la infección por SARS-CoV-2. En la prueba de función pulmonar, se pudo documentar una reducción del volumen pulmonar de aproximadamente 3% y un ligero aumento de la resistencia de las vías respiratorias en los participantes. Los análisis cardiacos mostraron una disminución media de la potencia de bombeo de entre 1% y 2%, así como un aumento de 41% de una proteína marcadora en la sangre, que proporciona información sobre el esfuerzo del corazón.
Un resultado central del análisis: los exámenes de ultrasonido de las piernas mostraron signos de una trombosis pasada de las venas de la pierna con una frecuencia de dos a tres veces mayor. Del mismo modo, se observó una disminución de la función renal de aproximadamente 2% en las personas que se sometieron a la prueba tras la infección por el SARS-CoV-2.
Sin efectos negativos en el cerebro o en la calidad de vida
El examen de la estructura y el rendimiento del cerebro tras una infección por SARS-CoV-2, así como la calidad de vida cuestionada, no mostraron ningún deterioro en comparación con el grupo de control. Para la detección precoz y el tratamiento específico de estas funciones orgánicas posiblemente inadvertidas dañadas, los autores recomiendan de forma rutinaria una sencilla vía de diagnóstico simple.
Resultados significativos con respecto a la variante ómicron
“El hallazgo de que incluso un curso leve de la enfermedad puede provocar daños en varios órganos a medio plazo es extremadamente importante, especialmente en lo que respecta a la variante actual de ómicron, que parece ir acompañada de síntomas más leves en la mayoría de los casos”, señalaron los investigadores del Centro Médico Universitario de Hamburgo-Eppendorf, el Dr. Raphael Twerenbold, director del Centro de Estudios Científicos y cardiólogo del Centro Universitario Cardiovascular, y la primera autora, Elina Petersen, epidemióloga del Centro de Estudios Epidemiológicos.
“Los resultados nos permiten identificar posibles enfermedades orgánicas secundarias en una fase temprana e iniciar las medidas terapéuticas adecuadas”, concluyó el Dr. Stefan Blankenberg, líder del estudio HCHS y director médico del Centro Universitario Cardiovascular del Centro Médico Universitario de Hamburgo-Eppendorf.
https://espanol.medscape.com/verarticulo/5908377
Créditos: Comité científico Covid