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Vacunas contra la COVID-19: cinco dudas comunes
La pandemia de la COVID-19 revolucionó nuestra forma de vivir, de relacionarnos y trajo a la boca de todos un tema que ha sido central en la medicina moderna y que tal vez pasa desapercibido como pilar de nuestra calidad de vida actual: la vacunación.
Debido a la gravedad de la pandemia, diferentes organizaciones públicas, gobiernos y la industria privada unieron sus recursos y esfuerzos para acelerar el desarrollo y estudio de la vacuna contra la COVID-19, lo que permitió que se realizaran los ensayos clínicos de forma rápida y en cumplimiento con todas las medidas regulatorias, éticas y científicas.
“Una de las dudas más frecuentes sobre la vacunación contra la COVID-19 tiene que ver con que debido al rápido desarrollo las personan recelan de la seguridad de las vacunas. Es importante resaltar que las vacunas han pasado ya por estudios de seguridad y efectividad, por supuesto que se han reportado efectos secundarios, y se siguen estudiando algunos aspectos a largo plazo, pero estos efectos no superan el riesgo que implica contraer la enfermedad”, afirma la Dra. Suria Loza Jalil, médica internista e infectóloga, jefa del Departamento de Infectología del Hospital de Especialidades del Centro Médico Nacional Siglo XXI de la Ciudad de México, México.
De acuerdo con datos del Centers for Disease Control and Prevention (CDC) de Estados Unidos gracias al desarrollo de vacunas se han logrado controlar enfermedades como la polio, tétanos, influenza, hepatitis B, rubeola, entre otras. Cada año la vacunación salva millones de vidas.
Con tanta información (y desinformación) rondando por ahí aquí abordamos 5 dudas sobre la vacuna anti-COVID-19.
“¿La vacuna me va a causar alteraciones menstruales o infertilidad?“
Algunas personas han reportado cambios en su menstruación después de recibir la vacuna contra la COVID-19, incluidos cambios en la duración, el flujo y otros síntomas como dolor menstrual. No existe certeza de si estos cambios pueden asociarse directamente a la vacuna ni cuales podrían ser los mecanismos involucrados. Actualmente varias universidades de los Estados Unidos como la Harvard University y la Johns Hopkins University, entre otras, se encuentran estudiando específicamente la asociación entre la vacunación contra la COVID-19 y los cambios en la menstruación.
Un artículo publicado recientemente en BMJ señala que las alteraciones en la menstruación podrían deberse a la respuesta inmunológica tras la vacunación y no a un componente en particular.[1] Resaltan también que cambios en la menstruación también se han observado con la vacunación contra el virus del papiloma humano, así como otras infecciones virales. La mayoría de los cambios reportados se dan en el corto plazo, sin embargo, la investigación en este tema resulta de gran importancia pues entre la población en edad reproductiva, una de las principales razones por la cual se evita la vacunación es la influencia de información erronea sobre los efectos de la vacuna sobre la fertilidad.[2]
Aunque faltan datos a largo plazo, a la fecha no hay evidencia de que la vacunación contra la COVID-19 tenga algún efecto sobre la fertilidad. Con la información que se tiene de la vacuna contra COVID-19 y otras vacunas, varias organizaciones sostienen que “no existe un vínculo, ni tampoco una razón teórica por la cual alguna de las vacunas COVID-19 podría afectar la fertilidad”.[2]
En hombres un estudio mostró que no se presentaron alteraciones en el recuento de espermatozoides antes y después de recibir las dos dosis de vacuna.[3] Si bien las investigaciones de efectos adversos a largo plazo continúan, no hay a la fecha estudios que demuestren afectaciones en la fertilidad de hombres y mujeres.
“¿Si estoy embarazada tengo que esperar al segundo trimestre para aplicarme la vacuna?“
El American College of Obstetricians and Gynecologists (ACOG) recomienda aplicar la vacuna a la brevedad para maximizar la salud materna y fetal, particularmente si tienen un alto riesgo de exposición o si hay comorbilidades que aumentan el riesgo de enfermedad grave. Resaltan también que la inmunización puede ocurrir de forma segura en cualquier trimestre del embarazo y durante la lactancia, y puede ser administrada simultaneamente con otras vacunas usadas durante el embarazo como influenza y la vacuna contra difteria, tosferina y tétanos (Tdap).
La evidencia sobre la seguridad y efectividad de la vacuna en el embarazo y lactancia va en aumento. En general, se ha comprobado la efectividad de la vacuna y se sugiere que los beneficios de recibirla son mayores que los riesgos, siendo que no se han presentado efectos adversos graves debido a la vacunación en mujeres embarazadas.[4]
Una de las razones por las que se habla de esperar a poner la vacunación en los últimos dos trimestres, es porque se ha observado que los recién nacidos de personas que presentaron fiebres altas durante el primer trimestre de embarazo tienen un mayor riesgo de presentar algunos tipos de alteraciones congénitas, sin embargo, el riesgo es pequeño. Este riesgo parece disminuir con el uso de antipiréticos por lo que en caso de ser necesario el médico puede indicar medicamento para contrarrestar la fiebre.[5]
La evidencia que tenemos hasta el momento refuerza que “es mucho más seguro que una mujer embarazada se vacune, a que no se vacune. El COVID-19 en mujeres embarazadas, particularmente en el último trimestre, puede ser fatal y las mujeres sin vacuna tienen mayor riesgo de complicaciones”, resalta la Dra. Izeta.
Estudiar la vacunación en mujeres embarazadas implica estudiar también los efectos de la inmunización en los recién nacidos. Lo que nos lleva a la siguente pregunta frecuente sobre la vacunación anti-COVID-19.
“¿La vacuna va a alterar el sistema inmune de mi hijo?“
Existe información limitada sobre el efecto en la inmunidad neonatal en mujeres vacunadas contra la COVID-19 durante su embarazo.
En la vacunación contra otras enfermedades virales como la influenza, se ha observado que los anticuerpos IgG producidos como respuesta a la vacunación atraviesan la placenta y reducen la morbimortalidad neonatal debida a influeza. De igual manera, existen reportes de que neonatos nacidos de madres que tuvieron COVID-19 durante el embarazo, nacieron con anticuerpos IgG para SARS-CoV-2 como resultado de la transferencia a través de la placenta.[6]
Un estudio realizado en Israel comparó los anticuerpos para la COVID-19 presentes en muestras de sangre obtenidas del cordón umbilical de recién nacidos de mujeres que tuvieron infección por SARS-CoV-2 durante el embarazo y mujeres que fueron vacunadas durante el último trimestre. En ambos grupos se observó la presencia de anticuerpos, siendo significativamente más alta en las mujeres que recibieron la vacuna. Los autores conluyen que esto puede mostrar que estimular la inmunidad durante el embarazo tiene beneficios a nivel serológico para el bebé.[7]
Se necesitan más estudios para ampliar el conocimiento sobre cómo se afecta el sistema inmunológico del recién nacido, sin embargo, la inmunización durante el embarazo y la lactancia puede resultar importante pues “los anticuerpos generados por las vacunas pueden cruzar la barrera placentaria e incluso pueden pasar al bebé a través de la leche manterna, ese es uno de los principales objetivos de la lactancia, que a través de la leche las madres puedan dar anticuerpos que protegen a los bebés de infecciones, sobretodo en el primer año de vida”, resalta la Dra. Suria Izeta.
“¿Me puedo poner al mismo tiempo la vacuna contra la COVID-19 y la de influenza?“
Con la temporada de influeza llegando a varias partes del mundo es importante activar las campañas de vacunación para proteger a la población y reducir la carga de enfermedades respiratorias durante esta época. En la mayor parte del mundo, la vacunación contra la COVID-19 continúa, trayendo la duda de si estas dos vacunas pueden ser aplicadas al mismo tiempo.
El Centers for Disease Control and Prevention (CDC) de Estados Unidos resalta que “para la temporada de influenza 2021-2022, la vacunación contra la influenza será fundamental para reducir el impacto de las enfermedades respiratorias atribuidas a la influenza y las cargas resultantes en el sistema de salud durante la pandemia de COVID-19”.
“No hay ninguna contraindicación, incluso se pueden aplicar las dos vacunas juntas. En estos momentos hay muchas personas que ya recibieron las dos dosis de la vacuna contra la COVID-19, y algunas que están en espera de la segunda, en cualquiera de los dos casos, la recomendación es que se vacunen contra la influenza”, explica la Dra. Suria Izeta.
Los efectos que pueden manifestarse después de estas vacunas incluyen fiebre, dolor en el cuerpo, dolor de cabeza y otros síntomas, sin embargo de acuerdo al Centers for Disease Control and Prevention (CDC) de Estados Unidos, se ha visto que poner diferentes vacunas al mismo tiempo no causa peores efectos secundarios.
“¿La vacuna facilita el desarrollo de SIDA u otras enfermedades infecciosas?“
Esta preocupación surge tras la editorial de Susan P. Buchbinder y colaboradores en la prestigiosa revista The Lancet.[8] En esta publicación los autores expresan su preocupación sobre le uso de vector de adenovirus recombinante tipo 5 (Ad5) para un estudio fase 1 de vacuna anti-COVID-19.
Existen diferentes métodos por los cuales las vacunas generan una respuesta inmune, “algunas vacunas usan virus modificados para introducir información que el cuerpo usa para protegernos, es importante aclarar que no es el virus, sino un virus inocuo. Esto produce una reacción en el cuerpo para producir que se llama proteína de espiga, bloqueando la capacidad del virus de unirse a los receptores de las células, y sin esta unión entonces no hay infección”, explica la Dra. Izeta.
Este es el caso del adenovirus recombinante tipo 5 (Ad5) que fue utilizado en estudio clínicos en una vacuna contra el virus de la inmunodeficiencia humana. Durante esos estudios los investigadores observaron un incremento en el riesgo de adquirir el virus de la inmunodeficiencia humana. Cabe mencionar que este incremento en el riesgo fue particularmente elevado en hombres que tuvieron relaciones sexuales con parejas que al ingresar al estudio eran seropositivas a virus de la inmunodeficiencia humana o se desconocía su estatus serológico para virus de la inmunodeficiencia humana.
En 2013 se celebró una conferencia de consenso sobre los vectores Ad5 con la participación de distintos Institutos Nacionales de Salud, donde concluyeron que los ensayos de vacunas no relacionadas con el virus de la inmunodeficiencia humana que utilizaron vectores similares en áreas de alta prevalencia del virus de la inmunodeficiencia humana podrían conducir a un mayor riesgo de contraer el virus de la inmunodeficiencia humana-1 en la población vacunada.[8]
El uso de adenovirus como vector se ha usado de forma efectiva y segura en vacunas contra virus como el ébola, zika, etc., sin resultados que indiquen un aumento de esas enfermedades o de contraer virus de la inmunodeficiencia humana, por lo que los observado por Susan P. Buchbinder y colaboradores podría ser solo aplicable para vacunas contra el virus de la inmunodeficiencia humana.
Las vacunas contra la COVID-19 que usan vectores virales son sometidos a los mismos estándares científicos y éticos que otros estudios, por lo que sólo aquellos que sean seguros podrán avanzar a las siguientes fases hasta su aprobación para uso en la población en general.
Así que esto no quiere decir que la vacuna contra la COVID-19 per se aumente el riesgo de virus de la inmunodeficiencia humana, y menos aún si no existen conductas de riesgo.
https://espanol.medscape.com/verarticulo/5908059#vp_1
Créditos: Comité científico Covid